martes, 24 de enero de 2017

Eventos destacados del mes de enero

Publicado por David Arbizu

EL ENFRIAMIENTO GLOBAL: INICIO DE UNA MINI EDAD DE HIELO
En el hemisferio norte de la Tierra, estamos siendo testigos de un invierno extremadamente frío, con tormentas polares que cada vez descienden más al sur y que no solo afectan a Norteamérica, tal como sucedió durante el invierno del 2015-6 sino que ahora también afectan a toda Europa, incluyendo los países del Mediterráneo. Además, ha habido un inusual descenso de las temperaturas y ha nevado en países de Oriente Medio y de África. Todo ello fortalece y confirma lo que hace años que están diciendo muchos científicos, que hemos entrado en un proceso de enfriamiento del planeta que nos lleva a una glaciación. 

En parte, parece extraño hablar de enfriamiento del planeta y de que nos acercamos a una mini edad de hielo o glaciación cuando en casi todas las noticias y artículos sobre el cambio climático se habla del calentamiento global. Algunos científicos trabajan para demostrar que el calentamiento global es una realidad indiscutible, pero otros prácticamente lo niegan y lo vinculan a manipulaciones de organizaciones científicas al servicio de gobiernos o instituciones que están sacando un beneficio propio y dan fuerza a la expansión de la teoría del calentamiento global cuando, en realidad, ya hace años que la Tierra afronta una situación, sobre todo debido al ciclo de mínimo solar que experimenta el Sol, que la conduce a una mini edad de hielo. 


Muchos estudios de meteorólogos y astrofísicos demuestran que la actividad solar está disminuyendo a un ritmo más rápido que en cualquier otro momento de la historia. Los científicos prevén que esta tendencia continúe durante los próximos años, alcanzando un mínimo entre 2019 y 2020 y que tendrán que pasar hasta 15 años para que el Sol vuelva a tener una actividad normal.

La disminución de la radiación y energía del Sol y los cambios de su campo magnético, que debilitan la atracción magnética sobre la Tierra, provocan muchos trastornos y desequilibrios sobre nuestro planeta, muchos de los cuales podrían generar situaciones también determinantes para el desarrollo de una glaciación. Por ejemplo, una menor atracción magnética sobre las placas tectónicas significa una mayor acumulación de presión por debajo de la corteza terrestre y que puedan suceder más terremotos y de mayor grado. Un mayor movimiento de las placas tectónicas también significa mayor movimiento del magma y posiblemente, mayor actividad volcánica con grandes erupciones, cuyas enormes nubes de ceniza cierran el paso a los rayos solares provocando un enfriamiento en el planeta. Otro ejemplo que produciría una bajada de las temperaturas y un enfriamiento global del planeta sería la disminución del ozono atmosférico, que es lo que mantiene calientes las corrientes de aire y se forma gracias a los rayos ultravioletas que emite el Sol. Si la actividad solar es intensa, se produce mucho más ozono gracias a las llamaradas solares, pero si esta actividad disminuye, también lo hace la cantidad de ozono atmosférico, motivo por el cual es más difícil mantener calientes las capas bajas de aire de la atmósfera.

La baja actividad solar también facilita la llegada de rayos cósmicos, provenientes de fuera de nuestro sistema solar, que normalmente son controlados y tamizados por la Heliosfera, que es como una burbuja magnética en cuyo interior se encuentran todos los planetas de nuestro sistema solar y cuyo extremo, la Heliopausa, es una zona donde el viento y partículas solares interaccionan con los vientos y energías procedentes del espacio interestelar. Estos rayos cósmicos afectan a la rotación y movimientos de la Tierra, a su interrelación con el Sol y al desarrollo del cambio climático.

Representación de la Heliosfera, la Heliopausa y el Espacio Interestelar

Aunque todo lo expuesto hasta ahora habla particularmente de la relación Tierra-Sol como causa de una próxima mini edad de hielo, creo que no debemos dejar a un lado todo lo que está pasando en nuestro planeta y todo lo que la actividad humana está provocando. La emisión de gases de efecto invernadero es indiscutible, así como la gran contaminación de toda la biosfera, las fugas radiactivas, el abuso de recursos y todo lo que está generando un aumento de las temperaturas que conlleva desajustes fenológicos, el deshielo de los casquetes polares, del permafrost y de los grandes glaciares de las montañas, las sequías y todo ese gran desequilibrio en forma de olas de frío o calor y también de tormentas con lluvias torrenciales o un elevado estrés hidrológico por la falta de lluvia. Todo este desequilibrio, debido a la agresión del hombre sobre la biosfera, también es responsable de que el deshielo del Ártico y de Groenlandia esté afectando al Cinturón Oceánico en el norte del Atlántico y que se pueda estar ralentizando afectando a los patrones climáticos globales.

Se puede decir que el desequilibrio que sufre el propio planeta también afecta a su relación con el exterior, porque ese desequilibrio también llega a la magnetosfera de la Tierra y a la capa de ozono atmosférico. Por ejemplo, se ha comprobado que en Islandia el deshielo está provocando que la isla se eleve, lo cual supone menos presión sobre la placa tectónica sobre la que se asienta y también un cambio en el movimiento de los fluidos magmáticos, algo que, si observamos a la Tierra como un solo ser completo, por lógica va a tener una reacción interna y va a generar una redistribución para volver a un nuevo equilibrio. También algunos científicos consideran que el deshielo del Ártico está vinculado con el desequilibrio y ondulaciones de la corriente en chorro o jet stream debido, en parte, a que ahora las aguas del Mar de Barents, entre el norte de Escandinavia y el este de Rusia, tienen una mayor parte de su superficie sin hielo, lo cual facilita que el aire caliente que llega desde el sur se mantenga más tiempo y llegue más al norte. Según esta teoría, las aguas cada vez más abiertas del Ártico provocarían una liberación de energía de calor en la atmósfera, alterando los patrones climáticos.

En la siguiente imagen se muestra el desequilibrio de la corriente jet stream con sus ondulaciones que provocan la bajada de aire Ártico y el bloqueo del sistema de alta presión con temperaturas más cálidas sobre Groenlandia.


Todo este desequilibrio de la biosfera, con estos cambios y movimientos que pueden estar realizando grandes masas de tierra y también de agua, también afectan a los movimientos del planeta y a su eje de rotación. Estudios realizados sobre anteriores grandes y pequeñas glaciaciones de nuestro planeta
demuestran la importancia de los cambios en los movimientos del planeta, tanto en su rotación, en su excentricidad como en su bamboleo, ya que implican una llegada y distribución distinta de los rayos solares sobre la Tierra y suponen, por un lado, la producción de hielo en lugares nuevos y, por otro lado, el deshielo en lugares que antes estaban cubiertos de hielo y el incremento del nivel de los océanos favoreciendo fenómenos de inversión térmica de carácter súbito y afectando a la duración y contraste de las estaciones. Se ha comprobado que existe una conexión lógica entre el incremento del nivel del mar y el comienzo de una etapa glacial. 

Las previsiones que algunos expertos realizaron hace años se van cumpliendo. Ellos explicaban que entre 2015 y 2016 finalizaría la experiencia del calentamiento global, con temperaturas globales en alza y empezaría un descenso de temperaturas, sobre todo a partir de diciembre de 2017. Consideran que el enfriamiento se agravará a partir del año 2020 con el desarrollo del fenómeno de La Niña, que es un patrón de frío que ahora también se está produciendo. También afirman que esta mini-glaciación va a afectar a ambos hemisferios de la Tierra, porque también ya está afectando a la Antártida. Para estos científicos, las glaciaciones forman parte de los ciclos naturales de la Tierra en relación con la actividad del Sol y normalmente son ciclos que pueden durar miles de años, al igual que los ciclos que denominan "periodos cálidos interglaciares", durante los cuales hay una expansión de la biosfera y de la vida en el planeta, un ciclo durante el cual hemos nacido y en el que vamos a experimentar, esperemos que lo menos traumáticamente posible para todas las formas de vida del planeta, una mini-edad de hielo.
Cataratas del Niágara prácticamente heladas durante el pasado invierno 

Fuentes:

miércoles, 4 de enero de 2017

Eventos destacados del mes de enero

Publicado por David Arbizu

EL DESAJUSTE FENOLÓGICO Y LA PÉRDIDA DE HÁBITATS
La fenología es la ciencia que estudia los fenómenos biológicos que se presentan periódicamente, acomodados a ritmos estacionales y que tienen relación con el clima y con el curso anual del tiempo atmosférico en un determinado lugar. La fenología estudia cómo cambian las fechas en las que ocurren los diferentes fenómenos naturales (migración, reproducción, floración, fructificación, aparición de los insectos, etc.) que se repiten año tras año y que están muy influenciados por las condiciones meteorológicas, principalmente por el factor temperatura. 

 Migración de flamencos

Actualmente hay un gran interés y también preocupación por lo que se conoce como “desajuste fenológico”, que es el desequilibrio que se produce cuando el calendario de las etapas de la vida de un organismo cambia en relación con el de las etapas de la vida de otras especies asociadas. En otras palabras, las especies que han mantenido sincronizados sus ciclos de vida ya no están sincronizadas. Ahora se están experimentando y observando muchos desajustes, desequilibrios, fenológicos, la mayoría de los cuales tienen una relación directa con el calentamiento global y ya se puede considerar que forman parte de la sexta extinción masiva que está sucediendo en nuestro planeta y que, debido a que la acción del hombre es la que mayormente está provocando estos fenómenos, también forman parte de las características que definen la nueva era del Antropoceno.

Generalmente, un desajuste fenológico casi siempre estará vinculado a una pérdida o deterioro de un hábitat natural, de un ecosistema, algo que pueden provocar muchos factores, la mayoría de los cuales, en la actualidad, están provocados por la acción del hombre. Aunque se hable del aumento de las temperaturas como factor principal de los desajustes fenológicos, hay muchos otros factores que los pueden provocar como, por ejemplo, cambios en las corrientes oceánicas; cambios en los patrones atmosféricos; exceso de tormentas con lluvias torrenciales; sequías extremas; fugas y contaminación debido a actividades de extracción de materiales subterráneos y submarinos, como el fracking y la minería; excesos en la caza y/o la pesca; introducción de especies no autóctonas facilitando la aparición de plagas; brotes y expansión de nuevas enfermedades; contaminación por explotaciones agrícolas o ganaderas; usurpación de áreas naturales para urbanizarlas; construcción de carreteras y presas, etc.


Frente al cambio y deterioro de su hábitat, de sus condiciones de vida, una especie puede responder de tres formas distintas: desplazarse, adaptarse o extinguirse. Debido a la aceleración del cambio climático, se está observando que muchas especies se están desplazando, normalmente hacia el norte buscando climas más fríos, ya que la adaptación requiere unos plazos de tiempo prolongados de los que, en general, no disponen. Por otro lado, también hay que tener en cuenta que muchas especies no pueden desplazarse o no tienen facilidad para hacerlo y se constata que hay una extinción continua y diaria de especies que no pueden sobrevivir a las nuevas condiciones.

Un desajuste fenológico siempre va a producir otro desajuste, ya sea en el propio hábitat natural de la especie o especies afectadas como en otro hábitat, en el caso de un desplazamiento o migración forzada. Cuando una especie tiene que desplazarse para sobrevivir, normalmente queda extinguida o bajo unas condiciones de supervivencia muy limitadas en el área donde habitualmente residía, llegando a lo que se llama una “extinción local”. En otras ocasiones, lo que sucede es que se genera una plaga, ya sea por la falta de depredadores de una especie invasora o porque las condiciones climáticas favorecen la reproducción y expansión de una especie. Esto es muy común en insectos y todo tipo de parásitos, que se están viendo favorecidos por el aumento de las temperaturas y no tan solo aumentan sus poblaciones en sus hábitats naturales sino que se están expandiendo y llegando a zonas donde habitualmente no podían sobrevivir por las bajas temperaturas, pero que ahora el calentamiento global ha elevado lo suficiente como para que puedan expandirse y provocar grandes plagas que ponen en peligro la supervivencia de gran cantidad de especies que no están preparadas para afrontar la incursión de nuevos parásitos o depredadores. Este es el caso de muchos insectos llamados “perforadores”, que provienen de zonas tropicales y que ahora están aniquilando grandes bosques de Norteamérica. También es el caso de la expansión de la oruga procesionaria, sobre todo en toda la cuenca mediterránea.

Nidos de oruga procesionaria

Para finalizar, voy a exponer dos casos concretos y simbólicos de desajuste fenológico:
El primero hace referencia al mundo vegetal, ya que normalmente nos es más fácil imaginar este tipo de situaciones afectando al mundo animal. Tal como antes he mencionado, algunas especies de árboles de los grandes bosques de Norteamérica están siendo atacadas mortalmente por parásitos y, cuando el árbol muere y cae al suelo, la luz solar golpea la superficie y crea nuevas condiciones en el suelo, condiciones que van a afectar a la microfauna y, consecuentemente, a la macrofauna, generando un cambio en el ecosistema. Si, además, los árboles caídos protegían un arroyo de la luz solar, después de su caída la luz solar hará que aumente la temperatura del agua y podrá provocar una alteración en especies y plantas que requieran una temperatura más fría para sobrevivir o para reproducirse. Un factor más a tener en cuenta es que la caída de los árboles va a dificultar la subsistencia de otros animales que viven en ellos y hará que las aves tengan dificultades para encontrar lugares donde construir sus nidos. 
Otro ejemplo, que muestran las imágenes que aparecen al final de este párrafo, es el del equilibrio necesario que debe haber entre la producción de hojas de roble, los ciclos de eclosión de huevos de polillas y el crecimiento de las crías del pájaro “carbonero común”. Podemos observar en las gráficas la relación y dependencia entre la fecha de puesta de los huevos, la fecha de eclosión tanto de los huevos del ave como de las polillas y la nutrición de los polluelos y su crecimiento. Al mismo tiempo, la eclosión de los huevos de las polillas depende de la producción de hojas de roble, de las que se alimentan. El calentamiento adelanta la producción de hojas de roble y el nacimiento de las polillas creándose un desajuste con la eclosión de los huevos del carbonero común. Este desajuste también afectará a los depredadores del carbonero común creándose una reacción en cadena.

La primera imagen muestra la situación normal de ajuste biológico entre los ciclos de eclosión de huevos de polillas en respuesta a la producción de hojas de roble y demanda de alimento por los polluelos de carbonero. La segunda imagen muestra el desajuste en las interacciones biológicas entre hojas, orugas y polluelos de carbonero, a consecuencia del cambio climático.
Situación normal de ajuste biológico


Desajuste entre las interacciones biológicas

El cambio climático, la crisis planetaria, que estamos experimentando, nos está mostrando con absoluta claridad la estrecha y directa relación y vínculos que hay entre todas las formas de vida de la Tierra, entendiendo por forma de vida al propio planeta con todos sus sistemas preparados para mantener en equilibrio la biosfera. Por lo tanto, el más pequeño desajuste fenológico finalmente va a acabar afectando a toda la biosfera, a toda la supervivencia de todas las especies y al funcionamiento de todos los sistemas y patrones que mantienen la fuerza de vida de este planeta. 

Fuentes: