miércoles, 4 de enero de 2017

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Publicado por David Arbizu

EL DESAJUSTE FENOLÓGICO Y LA PÉRDIDA DE HÁBITATS
La fenología es la ciencia que estudia los fenómenos biológicos que se presentan periódicamente, acomodados a ritmos estacionales y que tienen relación con el clima y con el curso anual del tiempo atmosférico en un determinado lugar. La fenología estudia cómo cambian las fechas en las que ocurren los diferentes fenómenos naturales (migración, reproducción, floración, fructificación, aparición de los insectos, etc.) que se repiten año tras año y que están muy influenciados por las condiciones meteorológicas, principalmente por el factor temperatura. 

 Migración de flamencos

Actualmente hay un gran interés y también preocupación por lo que se conoce como “desajuste fenológico”, que es el desequilibrio que se produce cuando el calendario de las etapas de la vida de un organismo cambia en relación con el de las etapas de la vida de otras especies asociadas. En otras palabras, las especies que han mantenido sincronizados sus ciclos de vida ya no están sincronizadas. Ahora se están experimentando y observando muchos desajustes, desequilibrios, fenológicos, la mayoría de los cuales tienen una relación directa con el calentamiento global y ya se puede considerar que forman parte de la sexta extinción masiva que está sucediendo en nuestro planeta y que, debido a que la acción del hombre es la que mayormente está provocando estos fenómenos, también forman parte de las características que definen la nueva era del Antropoceno.

Generalmente, un desajuste fenológico casi siempre estará vinculado a una pérdida o deterioro de un hábitat natural, de un ecosistema, algo que pueden provocar muchos factores, la mayoría de los cuales, en la actualidad, están provocados por la acción del hombre. Aunque se hable del aumento de las temperaturas como factor principal de los desajustes fenológicos, hay muchos otros factores que los pueden provocar como, por ejemplo, cambios en las corrientes oceánicas; cambios en los patrones atmosféricos; exceso de tormentas con lluvias torrenciales; sequías extremas; fugas y contaminación debido a actividades de extracción de materiales subterráneos y submarinos, como el fracking y la minería; excesos en la caza y/o la pesca; introducción de especies no autóctonas facilitando la aparición de plagas; brotes y expansión de nuevas enfermedades; contaminación por explotaciones agrícolas o ganaderas; usurpación de áreas naturales para urbanizarlas; construcción de carreteras y presas, etc.


Frente al cambio y deterioro de su hábitat, de sus condiciones de vida, una especie puede responder de tres formas distintas: desplazarse, adaptarse o extinguirse. Debido a la aceleración del cambio climático, se está observando que muchas especies se están desplazando, normalmente hacia el norte buscando climas más fríos, ya que la adaptación requiere unos plazos de tiempo prolongados de los que, en general, no disponen. Por otro lado, también hay que tener en cuenta que muchas especies no pueden desplazarse o no tienen facilidad para hacerlo y se constata que hay una extinción continua y diaria de especies que no pueden sobrevivir a las nuevas condiciones.

Un desajuste fenológico siempre va a producir otro desajuste, ya sea en el propio hábitat natural de la especie o especies afectadas como en otro hábitat, en el caso de un desplazamiento o migración forzada. Cuando una especie tiene que desplazarse para sobrevivir, normalmente queda extinguida o bajo unas condiciones de supervivencia muy limitadas en el área donde habitualmente residía, llegando a lo que se llama una “extinción local”. En otras ocasiones, lo que sucede es que se genera una plaga, ya sea por la falta de depredadores de una especie invasora o porque las condiciones climáticas favorecen la reproducción y expansión de una especie. Esto es muy común en insectos y todo tipo de parásitos, que se están viendo favorecidos por el aumento de las temperaturas y no tan solo aumentan sus poblaciones en sus hábitats naturales sino que se están expandiendo y llegando a zonas donde habitualmente no podían sobrevivir por las bajas temperaturas, pero que ahora el calentamiento global ha elevado lo suficiente como para que puedan expandirse y provocar grandes plagas que ponen en peligro la supervivencia de gran cantidad de especies que no están preparadas para afrontar la incursión de nuevos parásitos o depredadores. Este es el caso de muchos insectos llamados “perforadores”, que provienen de zonas tropicales y que ahora están aniquilando grandes bosques de Norteamérica. También es el caso de la expansión de la oruga procesionaria, sobre todo en toda la cuenca mediterránea.

Nidos de oruga procesionaria

Para finalizar, voy a exponer dos casos concretos y simbólicos de desajuste fenológico:
El primero hace referencia al mundo vegetal, ya que normalmente nos es más fácil imaginar este tipo de situaciones afectando al mundo animal. Tal como antes he mencionado, algunas especies de árboles de los grandes bosques de Norteamérica están siendo atacadas mortalmente por parásitos y, cuando el árbol muere y cae al suelo, la luz solar golpea la superficie y crea nuevas condiciones en el suelo, condiciones que van a afectar a la microfauna y, consecuentemente, a la macrofauna, generando un cambio en el ecosistema. Si, además, los árboles caídos protegían un arroyo de la luz solar, después de su caída la luz solar hará que aumente la temperatura del agua y podrá provocar una alteración en especies y plantas que requieran una temperatura más fría para sobrevivir o para reproducirse. Un factor más a tener en cuenta es que la caída de los árboles va a dificultar la subsistencia de otros animales que viven en ellos y hará que las aves tengan dificultades para encontrar lugares donde construir sus nidos. 
Otro ejemplo, que muestran las imágenes que aparecen al final de este párrafo, es el del equilibrio necesario que debe haber entre la producción de hojas de roble, los ciclos de eclosión de huevos de polillas y el crecimiento de las crías del pájaro “carbonero común”. Podemos observar en las gráficas la relación y dependencia entre la fecha de puesta de los huevos, la fecha de eclosión tanto de los huevos del ave como de las polillas y la nutrición de los polluelos y su crecimiento. Al mismo tiempo, la eclosión de los huevos de las polillas depende de la producción de hojas de roble, de las que se alimentan. El calentamiento adelanta la producción de hojas de roble y el nacimiento de las polillas creándose un desajuste con la eclosión de los huevos del carbonero común. Este desajuste también afectará a los depredadores del carbonero común creándose una reacción en cadena.

La primera imagen muestra la situación normal de ajuste biológico entre los ciclos de eclosión de huevos de polillas en respuesta a la producción de hojas de roble y demanda de alimento por los polluelos de carbonero. La segunda imagen muestra el desajuste en las interacciones biológicas entre hojas, orugas y polluelos de carbonero, a consecuencia del cambio climático.
Situación normal de ajuste biológico


Desajuste entre las interacciones biológicas

El cambio climático, la crisis planetaria, que estamos experimentando, nos está mostrando con absoluta claridad la estrecha y directa relación y vínculos que hay entre todas las formas de vida de la Tierra, entendiendo por forma de vida al propio planeta con todos sus sistemas preparados para mantener en equilibrio la biosfera. Por lo tanto, el más pequeño desajuste fenológico finalmente va a acabar afectando a toda la biosfera, a toda la supervivencia de todas las especies y al funcionamiento de todos los sistemas y patrones que mantienen la fuerza de vida de este planeta. 

Fuentes:

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