martes, 25 de abril de 2017

Eventos destacados del mes de abril

Publicado por David Arbizu

ANÁLISIS DEL ANTROPOCENO MEDIANTE UNA ECUACIÓN Y UN VIDEOJUEGO
El Antropoceno es el nombre que se le da a la edad geológica en la que vivimos actualmente, donde la humanidad está ejerciendo una influencia muy impactante sobre el medio ambiente y los sistemas que mantienen toda esta impresionante estructura contenedora y facilitadora de vida que es la biosfera de la Tierra. Por desgracia, esta influencia poderosa está desequilibrando los sistemas de la Tierra, los hábitats, los ecosistemas, todos los ciclos que, conectados entre sí, forman una maquinaria de cuyo engranaje y funcionamiento depende la vida de todos los seres vivos de este planeta.

Dos investigadores, Will Steffen, profesor de investigación del clima en la Universidad Nacional de Australia y Owen Gaffney, un periodista científico y consultor de comunicaciones en la empresa de investigación para la sostenibilidad “Future Earth”, han creado lo que se llama la “Ecuación del Antropoceno”. Ellos aseguran que, debido al crecimiento de la población humana, el consumo y la tecnología, “las actividades humanas ahora compiten con las grandes fuerzas de la naturaleza en la generación de cambios en el sistema de la Tierra” y realmente están alterando el medio ambiente mucho más rápido de lo que lo harían las “circunstancias normales” de funcionamiento planetario; a esas alteraciones las llaman “tasa de cambio del sistema de la Tierra”. En la imagen que sigue a continuación observamos, a la izquierda, la ecuación antes del Antropoceno y, a la derecha, la ecuación del Antropoceno.


Ambas ecuaciones contienen la división que representa la “tasa de cambio del sistema de la Tierra”, que sería dE/dt, donde “E” representa el sistema de la Tierra y “t” el tiempo. Lo que las diferencia es la “f”, la función que produce ese cambio en el sistema. Antes del Antropoceno, los sistemas de la Tierra estaban mayormente influidos por fuerzas astronómicas (A), normalmente relacionadas con la actividad solar, por fuerzas geofísicas (G), que incluyen la actividad volcánica, los desgastes y erosiones naturales y el movimiento tectónico y por la dinámica interna (I), que se refiere a la evolución natural de la actividad biológica que tiene lugar en el planeta. A partir del Antropoceno, los potentes efectos de la actividad humana (H) sustituyen a las otras tres fuerzas y los investigadores consideran que su valor tiende a cero debido a que sus efectos son menores comparados con los que provoca la humanidad, tanto por su potencial como por su rapidez. Aunque sí que hay que tener en cuenta que esas tres fuerzas se están desequilibrando debido a la actividad humana y están afectando el cambio climático, la fórmula quiere mostrar que la influencia decisiva y todos los efectos surgen desde que empieza el Antropoceno, tal como expresa Will Steffen: “No estamos diciendo que las fuerzas astronómicas de nuestro sistema solar o los procesos geológicos hayan desaparecido, pero, en términos de su impacto en un período tan corto de tiempo, ahora son insignificantes en comparación con nuestra propia influencia”. Los investigadores utilizaron la tasa de cambio de la temperatura global durante los últimos 7.000 años para demostrar que, hasta antes del Antropoceno, cada siglo señala una ligera reducción de la tasa de la temperatura global, pero que a partir de la industrialización esa tasa se revierte y refleja un aumento muy notable y continuo.

Es realmente sorprendente que la actividad humana esté deteriorando tan gravemente el planeta y no haya una reacción, un cambio de proceder incluso para asegurar la propia supervivencia. Sigue habiendo mucha negación sobre la gravedad del cambio climático, del calentamiento global, del desajuste de patrones climáticos, algo que, por otro lado, para muchas personas sí que es evidente y consideran que ya no es posible negarlo, tal como se representa en la imagen a continuación.


Con esta perspectiva, desde donde se observa una vez más la polaridad que estamos experimentando, se quería realizar un estudio para observar el comportamiento humano frente a un mundo colapsando, llegando a un final. Para ello, bajo la dirección de la Universidad de Buffalo (EE.UU.) se utilizó un “videojuego de rol multijugador masivo en línea” (MMORPG, por sus siglas en inglés), el ArcheAge. Este videojuego consiste en un mundo abierto, sin objetivos y con posibilidades para que el jugador elija crear lo que quiera, algo que normalmente significa desarrollar cosas egocéntricas y solo para un propio beneficio. Por ejemplo, uno puede elegir construir un imperio, crear un gran ejército, tener su fiesta privada, convertirse en un gran empresario o incluso convertirse en asesino o espía. En general, se considera que el comportamiento de los jugadores en los juegos online no difiere mucho del comportamiento que tienen los seres humanos en el mundo real.

Para esta prueba se reestructuró el videojuego con dos diferencias: la primera era que todos los participantes sabían que todos sus datos se perderían al cabo de 11 semanas y, la segunda, que todas sus acciones en el juego serían monitoreadas por los investigadores. La idea era que el final del juego fuera visto o identificado como el “fin de los tiempos” y que se pudiera analizar el comportamiento de los participantes bajo estas condiciones. Se analizaron 270 millones de registros de comportamientos de jugadores y, aunque algunos comportamientos siguieron manteniéndose antisociales, egoicos y agresivos, se observó que, conforme se llegaba al final del juego, los jugadores perdían su interés por acabar sus misiones y objetivos y, en cambio, aumentaban las conductas sociales con más comunicación entre jugadores, más encuentros para agruparse y jugar en grupo o completar pruebas del propio juego. También es interesante que muchos jugadores con una conducta más antisocial abandonaron el juego antes de que finalizara, mientras que los que siguieron hasta el final demostraron una alegría por la conexión y la comunicación formando nuevas relaciones sociales y buscando la unidad del grupo frente a la separación del individuo.


Este estudio, considerado por algunos profesionales como uno de los estudios más completos sobre la psicología humana de los últimos tiempos, arroja luz sobre la conducta y el nivel de conciencia que puede alcanzar el ser humano. Algunas preguntas que entonces nos podemos hacer son: ¿Se alcanzará ese nivel de conciencia antes de que sea demasiado tarde? ¿Seremos capaces de entender la unificación frente a la separación? ¿Conseguiremos desarrollar un cambio positivo para que el Antropoceno pase a ser una era de desarrollo y reequilibrio de la biosfera, de todas las formas de vida y de la humanidad en perfecta armonía con el planeta?
En el futuro que vamos a experimentar, más o menos próximo, obtendremos las respuestas.

Fuentes:

viernes, 14 de abril de 2017

Eventos destacados del mes de abril

Publicado por David Arbizu

GRAN PROYECTO DE GEOINGENIERÍA SOLAR PARA CONTROLAR EL CALENTAMIENTO GLOBAL
La Royal Society, la sociedad científica más antigua del Reino Unido y una de las más antiguas de Europa, define geoingeniería como la “manipulación intencionada a gran escala del clima planetario para contrarrestar el calentamiento global”. Para realizar esa manipulación se desarrollan métodos a aplicar sobre los sistemas de la Tierra y estos métodos están enfocados en dos temas principales que son la gestión de la radiación solar y la reducción del dióxido de carbono.

A finales del mes pasado se dio a conocer la puesta en marcha de un gran proyecto de geoingeniería solar, desarrollado por la Universidad de Harvard y presentado como un programa de investigación, que consiste en la inyección de aerosoles en la atmósfera, exactamente a 20 km de altitud, dentro de la estratosfera. La previsión es hacer dos inyecciones o dispersiones, la primera con agua y la segunda con carbonato de calcio y que para el año 2022 ya se haya realizado una valoración de la viabilidad y efectividad de esta “siembra atmosférica artificial”. Dependiendo de los resultados, más adelante se podrían llevar a cabo pruebas con óxido de aluminio o incluso con diamantes.

El objetivo es conseguir los efectos atmosféricos de refrigeración de una erupción volcánica de cierta magnitud, que con la emisión de ceniza y gases produce grandes nubes que impiden el paso de los rayos solares y la consecuente disminución de la luz solar absorbida, pero en este caso se busca aumentar el albedo, que es el porcentaje de radiación que se refleja hacia el exterior.

Simulación del albedo desde los océanos y las capas de hielo

Desde el momento en que se ha hecho público el proyecto han empezado a aparecer las reacciones de los científicos, reacciones claramente divididas entre los defensores y los detractores de la geoingeniería. Los científicos que han desarrollado el proyecto han dejado claro que las cantidades utilizadas para estas pruebas serán mínimas y los partidarios de la geoingeniería consideran que, aunque cualquier intento de una solución de tecnología solar todavía parece estar a años de distancia y debe considerarse un complemento a la política de reducción de emisiones, es importante llevar a cabo todas las investigaciones posibles para avanzar en el control del clima y poder llegar a desarrollar soluciones efectivas frente al calentamiento global y la situación cada vez más extrema y peligrosa que estamos experimentando a nivel planetario.

Por otro lado, los científicos que están en contra advierten que esta no es la solución, ya que no se tienen en cuenta todas las reacciones y efectos sobre todos los sistemas del planeta y cualquier acción o influencia va a crear una reacción en forma de desajuste y desestabilización. En este sentido, Kevin Trenberth, uno de los autores principales del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, ha dicho: “Reducir la radiación solar entrante afecta el clima y el ciclo hidrológico. Promueve la sequía. Desestabiliza las cosas y podría causar guerras. Los efectos secundarios son muchos y nuestros modelos no son lo suficientemente buenos para predecir los resultados”. 

Todos los sistemas de la Tierra que afectan al clima están interconectados y cualquier alteración va a provocar un cambio cuya dimensión no se puede calcular con anticipación, tal como advierte el conocido científico David Suzuki: “Estas consecuencias no deseadas vienen en parte de nuestra tendencia a ver las cosas de forma aislada, sin entender cómo se interconecta toda la naturaleza. Algunas soluciones propuestas también pueden dar lugar a resultados inesperados”. Los científicos todavía no conocen cómo funciona el planeta y, de hecho, muchos están declarando que los cambios que ahora estamos experimentando sobre los patrones climáticos están fuera de su capacidad de análisis y comprensión. Relacionado directamente con el tema que nos ocupa, tenemos los ejemplos de la erupción del volcán Pinatubo (Filipinas), en 1990, que bajó 0,5ºC la temperatura global y la erupción del Monte Tambora (Indonesia), en 1815, que provocó un “año sin verano” en toda Europa, con la consecuente pérdida de cosechas, hambruna y aparición de enfermedades. 

La atmósfera y la superficie de la Tierra vistas desde el espacio

Algo que advierten periodistas especializados y científicos contrarios a la geoingeniería solar es que esté siendo promocionada por fundaciones, compañías o gobiernos que lo que quieren es defender la utilización de combustibles fósiles y busquen frustrar los recortes de emisiones. La geoingeniería puede recibir un gran impulso por parte del nuevo gobierno de Donald Trump, en Estados Unidos, en cuya administración han entrado “negacionistas del cambio climático” y defensores de cualquier estrategia para proteger a las grandes compañías, como las petroleras, cuyo negocio está directamente relacionado con la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación y destrucción del planeta.

Este proyecto de geoingeniería solar de Harvard podría ir en contra de una moratoria sobre geoingeniería adoptada en 2010 por la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, que se reafirmó en diciembre en México, pero los Estados Unidos es uno de los pocos países que no han ratificado la convención de la ONU, creando un vacío potencial para realizar experimentos que, como este proyecto, son financiados por fundaciones importantes como la de Bill Gates, donde grandes empresarios y capitalistas pueden estar amparados mientras solo defienden sus intereses particulares. 

Fuentes: