viernes, 27 de octubre de 2017

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Publicado por David Arbizu

LA GRAN MURALLA VERDE AFRICANA
Uno de los problemas más graves que están sufriendo muchas zonas de la Tierra es la desertificación o degradación del suelo. En la mayoría de las zonas amenazadas se observa claramente el desequilibrio cada vez más extremo de los patrones climáticos, algo que provoca sequías severas por la falta de precipitaciones y también graves inundaciones por la llegada de enormes tormentas de forma inusual e inesperada, tormentas cuya lluvia normalmente no sirve para la recuperación de la tierra debido a que está extremadamente seca y a que los acuíferos y corrientes subterráneas están tan agotados que es muy difícil que se recuperen. Otro problema principal de la mayoría de estas zonas es la superpoblación y la sobreexplotación de la tierra y de la vegetación debido a formas de agricultura, de ganadería y pastoreo muy agresivas que no tienen en cuenta el punto de inflexión a partir del cual la tierra ya no se puede recuperar ni el respeto por los ciclos naturales imprescindibles para la salud y supervivencia de cada ecosistema.

Desde el año 2007, en la zona del Sahel, que es la franja o zona de transición que separa el desierto del Sahara de la sabana africana y que se extiende horizontalmente sobre el continente africano, cruzándolo desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo, se puso en marcha un proyecto llamado “Gran Muralla Verde” con la intención de crear un enorme corredor de vegetación para evitar el avance del desierto del Sahara hacia el sur, la desertificación y degradación de la tierra y los efectos del cambio climático. El proyecto se puso en marcha liderado por la Unión Africana y cuenta con el respaldo y la colaboración de organizaciones y grupos entre los que destaca la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Banco Mundial. Cuando el proyecto se termine, esta Gran Muralla Verde tendrá 7700 kilómetros de largo, 15 kilómetros de ancho y atravesará 14 países africanos a lo ancho de todo el continente.


Aparte de frenar la desertificación, el proyecto se presenta como un gran impulso que va a transformar la vida de millones de personas creando un gran mosaico de paisajes verdes y productivos que va a beneficiar en gran medida a todos sus habitantes. También se espera que sea un factor determinante como fuente de humedad y aprovechamiento de las precipitaciones, de forma que haya una óptima recarga de pozos y acuíferos que represente un beneficio para el propio ecosistema y para las personas que lo habiten, como suministro de agua potable y como recepción de agua para sus actividades económicas. Por esta razón, el proyecto también se considera una herramienta de planificación para el desarrollo rural cuyo objetivo es mejorar la gestión de los ecosistemas, proteger el patrimonio rural y mejorar las condiciones de vida de las poblaciones locales para que disminuya la inseguridad alimentaria.

En algunos países, como Nigeria, Senegal y Etiopía, ya se han puesto en marcha programas especiales que están creando empleos y mejorando las tierras de cultivo. Desde 2007, en Senegal se han plantado más de 11 millones de árboles, en Nigeria se han creado 20 000 puestos de trabajo y en Etiopía se han restaurado 15 millones de hectáreas de tierras degradadas.

Parte de la Gran Muralla Verde Africana

A simple vista, esta Gran Muralla Verde parece un proyecto muy ambicioso y beneficioso, tal como transmiten las palabras de la doctora Janet Edeme, experta agrícola de la UA (Unión Africana): “Una década después de que comenzó la iniciativa, hoy la Gran Muralla Verde se erige como uno de los esfuerzos más innovadores y audaces en la historia de la humanidad, una maravilla del mundo real”, pero algunos científicos, como los que forman el CSFD (Comité Científico Francés de la Desertificación) no consideran que se vayan a obtener resultados tan positivos y que también se van a causar perjuicios y daños en los ecosistemas, en el equilibrio y la salud de toda la zona.

Estos científicos advierten que se debe realizar un estudio muy detallado de las especies que se van a plantar, de que esas plantaciones y los cultivos que se hagan sean igualmente resistentes a la sequía, que tiene que haber estanques de retención y, sobre todo, conseguir que la población sea partícipe y realmente vea que todo el proyecto va a beneficiar su vida. En algunos países ya se ha constatado una falta de interés por parte de la población, ya sea por falta de programas educativos o porque no ha habido una verdadera intención de transmitir todo lo que significa el proyecto. Si no hay una inclusión y un verdadero acercamiento sobre las personas que habitan la zona para que aumente su interés y su sensibilidad, muchos programas locales no van a seguir adelante e incluso se pueden llegar a perder zonas ya forestadas. Hay que tener en cuenta que en muchos países sigue habiendo conflictos militares, violencia y abuso por parte de grupos de poder y de gobiernos corruptos cuyos programas difícilmente van a ser creídos y apoyados por poblaciones muy pobres que han sufrido abusos continuadamente. Por lo tanto, aunque en algunas zonas ya se haya avanzado bastante creando la Gran Muralla Verde, si los responsables del proyecto no son capaces de transmitir su importancia y no desarrollan actividades paralelas que ya empiecen a beneficiar a la población, esos bosques y plantaciones no van a recibir el trato y cuidado adecuado para su subsistencia y la desertificación aumentará debido a que los propios árboles recién plantados secarán y degradarán la tierra si no son cuidados ni reciben la aportación hídrica necesaria para subsistir.

Este proyecto de Gran Muralla Verde no es el primero que se implementa. En 1977 se inició el proyecto de la Gran Muralla Verde China con el objetivo de forestar una extensión de 4480 kilómetros para frenar el avance del desierto de Gobi, la desertificación y todo el daño que causan las grandes tormentas de arena sobre los cultivos y las infraestructuras. De momento se han plantado más de 66 000 millones de árboles y se espera que el proyecto finalice a finales del año 2050. Los problemas que se están observando, al igual que ya empieza a pasar en África, es que se plantan muchos árboles pero nadie los cuida y muchos acaban muriendo. También se ha constatado que la reforestación puede sobrepasar la capacidad de la tierra, lo cual perjudica la salud del suelo, provoca un rápido descenso de la humedad y de la capa freática y también acaba con la vida de todo lo plantado.

Vista parcial de la Gran Muralla Verde China

Otro proyecto parecido es el de la Presa Verde en Argelia, que empezó en 1962 después de años de degradación de la tierra y donde, a pesar de que el proyecto sigue en marcha, grandes zonas siguen bajo la amenaza de la desertificación. En este caso también se observa la necesidad de que las poblaciones locales participen en los programas de desarrollo para que la implementación del proyecto pueda tener éxito, pero para favorecer esa participación es necesario que haya un acercamiento y una voluntad real desde las personas que dirigen el proyecto y realizar un verdadero trabajo de educación para aumentar la conciencia sobre el gran valor de los ecosistemas, de los hábitats, de toda su biodiversidad y de que se puede obtener un beneficio personal si se trabaja para conseguir un beneficio más amplio, global.

Esperemos que estos proyectos se lleven a cabo y sirvan para que haya ese aumento de conciencia, para que se trate a la naturaleza con más cuidado y respeto y se comprenda cómo funcionan los ecosistemas, cómo incidimos en ellos y cómo podemos actuar para que no se degraden y se puedan recuperar y mantener en el mejor estado de salud posible; de ello depende nuestra propia salud y nuestra vida.



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