martes, 27 de febrero de 2018

Evento del mes de febrero

Publicado por David Arbizu

LA LLEGADA DE UNA MINI-EDAD DE HIELO Y SU RELACIÓN DIRECTA CON UN MÍNIMO SOLAR
En las últimas semanas del mes de febrero de este año, 2018, se han seguido constatando eventos sorprendentes que reflejan el desajuste climático global que estamos experimentando en nuestro planeta. Estamos siendo testigos de situaciones absolutamente inusuales, como la retirada del océano o del mar lejos de la costa en varios lugares del planeta; una reciente caída de granizo de enorme tamaño en Arabia Saudí, que ha herido a decenas de personas y matado a muchos animales; el nivel del aumento del mar provocando inundaciones en localidades costeras, especialmente en la costa este de Estados Unidos; grandes tormentas, algunas en forma de potentes ciclones, que han causado inundaciones tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur y que en muchas partes del planeta han llegado junto a vientos huracanados y una actividad volcánica y sísmica en continuo aumento, con erupciones con enormes columnas de ceniza y terremotos que, desde el inicio de este año hasta la fecha de la publicación de este artículo y especialmente en toda la zona del Anillo de Fuego, en 5 ocasiones han sido superiores a los 7 grados y en 16 han sido superiores a los 6 grados.

A esta lista de eventos climáticos que tienen en jaque a gran parte de la comunidad científica y a los meteorólogos, hay que añadir las olas de frío que, junto con fuertes tormentas de nieve y lluvia helada, han afectado a todo el hemisferio norte, como las que en varias ocasiones han descendido por Norteamérica, llegando incluso a México y también las olas de frío que han afectado Japón y toda Europa. Al mismo tiempo, también ha habido olas de calor en países de Sudamérica, en Australia y, desafortunadamente, en toda la zona del Ártico, donde se mantienen las altas temperaturas con valores que han llegado a superar en 35º las temperaturas normales para esta época del año. Estas altas temperaturas favorecen el deshielo y todo en su conjunto afecta a los patrones climáticos de los cuales depende que la corriente Jet Stream mantenga su estructura o se debilite formando ondulaciones por las que desciende el frío polar y asciende el aire caliente, principalmente del Atlántico pero también del Pacífico. De hecho, en un artículo publicado hace unos quince días se alertaba de que el mar de Bering había perdido un tercio de su hielo marino en tal solo ocho días.
En la imagen que sigue a continuación se observa esa gran zona de color rojo (calor) sobre el Ártico y toda Europa y el norte de Asia de color azul (frío). 


Está claro que estamos observando un gran desequilibrio de los patrones climáticos planetarios y cada vez son más los científicos que admiten que nos dirigimos hacia un enfriamiento general del planeta, a pesar de que el calentamiento global todavía sea una realidad que se tiene que afrontar desde la conciencia de la humanidad para determinar cómo se va a actuar frente a todos los efectos contaminantes y de destrucción de los sistemas de la biosfera que provoca la actividad humana. Además, está sucediendo algo que hace varios años algunos científicos ya alertaban, que el calentamiento global conduce hacia una mini-glaciación.

La situación relevante principal relacionada directamente y, según muchos científicos, causa directa de la próxima mini-edad de hielo que va a afrontar la Tierra, es el descenso de la actividad solar, lo que se conoce como “mínimo solar”. Cada vez es más evidente el debilitamiento del Sol, con muchos días seguidos sin la aparición de manchas solares y con una presión y velocidad del viento solar en descenso, tal como demuestra el hecho de que se ha registrado una reducción del 87% de las manchas solares y una caída del 20% de la presión del viento solar. Se prevé que este descenso de la actividad solar va a seguir hasta llegar a un “mínimo solar”, que representaría el punto más bajo de actividad antes de que se empezara a recuperar. Según la astrofísica Valentina Zharkova de la Universidad de Northumbria, Inglaterra, habrá una reducción de hasta el 60% de la radiación solar que normalmente llega a nuestro planeta y este fenómeno se enfatizará del 2030 al 2040 y podría durar unos 30 años. Ella considera que la probabilidad de que esto suceda es del 97% y será un evento similar al que sucedió entre 1645 y 1715, conocido como “mínimo de Maunder”. Durante ese período de tiempo solo se registraron unas 50 manchas solares, cuando lo normal hubiera sido registrar entre 40 000 y 50 000 manchas, se congeló el río Támesis, en Londres, así como el mar Báltico (se podía ir andando de Suecia a Dinamarca) e incluso parte del río Ebro y del río Tajo.

Destello solar de rango menor observado el pasado 8 de febrero

Según los modelos matemáticos utilizados para el estudio de la actividad magnética del Sol, el mínimo solar llegará a partir del año 2021, que sería cuando realmente empezaría a bajar marcadamente la temperatura global, lo cual nos llevaría a una pequeña glaciación mundial hacia el año 2030. Otros estudios científicos realizados con anterioridad decían que la bajada de temperaturas empezaría a ser notable a finales del año pasado, 2017 y que durante los años 2018 y 2019 ya habría un descenso de temperaturas importante a nivel global. Todo lo que estamos experimentando y observando que sucede en el planeta durante los últimos meses parece verdaderamente estar indicando ese inicio del enfriamiento planetario, sobre todo en el hemisferio norte, que es donde se considera que la glaciación tendrá más fuerza e impacto.

Por otro lado, hay que añadir que el cambio climático y todo el desequilibrio que existe en los patrones atmosféricos y en la actividad de las placas tectónicas y los volcanes, está favoreciendo que los rayos solares lleguen con menor potencia a nuestro planeta. En este sentido, una mayor actividad volcánica, con enormes emisiones de ceniza, como la que hemos visto hace poco en el volcán Sinabung (Isla de Sumatra-Indonesia), que emitió una columna de ceniza de más de 5000 metros de altura por encima del cráter, representa un bloqueo para los rayos solares. Al mismo tiempo, el incremento de la actividad sísmica tiene una relación directa con la actividad volcánica, debido a que los grandes movimientos del magma siempre acaban alimentando las cámaras magmáticas de los volcanes. Además, la actividad sísmica y la actividad volcánica también guardan una relación directa con la actividad solar, ya que los efectos del Sol sobre nuestro planeta provocan movimientos sísmicos que facilitan que las placas se acomoden sin grandes fricciones, algo que es necesario para su equilibrio y estabilidad, pero una reducción de ese impacto solar genera que los movimientos de las placas sean más bruscos, que se acumule mucha más tensión antes de que haya un sismo y, consecuentemente, que los terremotos sean más fuertes y que grandes movimientos de magma alimenten los volcanes.
Otra consecuencia de la baja actividad solar es una mayor llegada de rayos cósmicos a nuestro planeta, algo que supone un debilitamiento de las capas de la atmósfera, la aparición de agujeros en la capa de ozono y un incremento de la formación de nubes, lo cual, añadido al actual aumento de tormentas, representa que áreas muy amplias de nuestra atmósfera puedan estar cubiertas de nubosidad que dificulte la llegada de los rayos solares.

Erupción del volcán Sinabung del 19 de febrero de 2018

La actividad humana es la responsable principal del calentamiento global y ese calentamiento global también puede conducir a una mini-edad de hielo. En este sentido, las altas temperaturas en el Ártico, con todo el deshielo, provocan el desajuste de los patrones atmosféricos y la llegada de agua fría dulce a zonas del océano Atlántico, cuyo equilibrio y estabilidad son básicos para el correcto funcionamiento de muchas corrientes oceánicas, especialmente para el funcionamiento del cinturón oceánico o circulación termohalina, cuyo estancamiento también supondría una mini-glaciación.
La humanidad también es responsable de todos los programas de geoingeniería que se están llevando a cabo y que mayormente están enfocados en frenar el calentamiento global, como, por ejemplo, los chemtrails (siembra de nubes químicas), cuya finalidad principal es condensar la humedad para favorecer precipitaciones y también reflejar la luz solar hacia el exterior, y la emisión de productos de nucleación del hielo para ayudar a mantener el hielo de las zonas árticas, algo que muchos científicos han advertido que acaba causando el efecto contrario, además de envenenar y contaminar sistemas básicos de nuestra biosfera. Otros programas, como el proyecto Haarp de Estados Unidos y otros proyectos parecidos que llevan a cabo otros países, están enfocados en el control del clima y otras acciones que pueden afectar y provocar importantes desequilibrios que podrían acabar siendo un impulso para el enfriamiento global.

La astrofísica Valentina Zharkova considera que el calentamiento global podría contrarrestar las consecuencias de esa mini-edad de hielo e incluso espera que esa oleada de frío permita, más bien, anular el calentamiento global y brinde “a la humanidad y a la Tierra 30 años para arreglar nuestra polución”. Esperemos que así sea y que la humanidad sea capaz de llevar a cabo esa gran reparación planetaria, que empieza por una reparación de sí misma, para poder seguir desarrollándose desde una conciencia superior, respetando y cuidando al planeta y comprendiendo la importancia de todos los sistemas que forman la biosfera. 



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